18/4/09

Compañero De Cuarto

Caminé durante horas, pasando por los restos de lo que fue una gran ciudad. Recuerdo cuando estudiaba en la universidad más importante del centro. Cuando había conseguido el mejor trabajo que tuve, ganaba dinero suficiente como para darme mis pequeños lujos. Todo eso parecía haber pasado hace muchos años.
Pero la verdad es que solo pasaron seis meses, que habrían sido los seis meses más largos que alguien podía vivir.

Ahora el centro de la ciudad era una zona desolada, incluso peligrosa. Yo siempre pensé que tan solo en las primeras semanas, los supermercados serían saqueados en cuestión de minutos; pero no fue así. Al parecer ésto había afectado a las personas mucho más de que lo yo podría imaginar; había cientos de cuerpos tendidos en las puertas del centro comercial; cuando yo pasé aún estaba el puesto de venta de dulces en el cine, aún estaba lleno de chocolates, así que llené mi bolso. Me hubiera gustado ver una película, pero al parecer alguien se robó el proyector.
Aún así me pude imaginar la escena, esa persona sentada en el último asiento, mientras el techo se caía, mientras se escuchaba la ciudad cayéndose a pedazos.

Continué mi travesía, hasta que llegué a un viejo edificio, que para mí era conocido, porque un amigo vivó allí; ahora parecía no vivir nadie. Subí las escaleras, ya que el ascensor como era de imaginar estaba fuera de servicio.
Llegué al tercer piso, cuando vi que el apartamento “D” tenía la puerta entreabierta. Mi curiosidad pudo más que mi temor, y me acerqué.
Me encontré con que un joven de gran estatura, estaba tratando de empujar una gran nevera hacia el otro cuarto.
Su primera reacción fue de temor, y buscó una escopeta que tenia apoyada en una vieja mesa de madera. Yo levante mis manos, en señal de que no era peligroso; él me apuntó durante unos minutos, me hizo unas preguntas, y luego se calmó.
Me dijo que su nombre era Orlando, que estaba llevando las cosas útiles de otros apartamentos al suyo. No tuvo que pedirme ayuda con la nevera, ya que dejé mi bolso y me dispuse a empujar junto a él.

Luego de ayudarlo con otras cosas, trajo una silla, y dijo que si quería algo de beber.
Mi sorpresa fue grande cuando abrió la alacena. Pude ver que había hecho una buena colección de licores. Evidentemente llevaba algún tiempo en el edificio, ya que no solo había podido juntar bebidas, sino que también tenía muchos muebles, algunas armas de fuego de distintos calibres, municiones, muchas y variadas ropas, sabanas y mucha comida enlatada. Además de eso guardaba muchos galones de agua en botellas viejas. Aunque no sabía si era seguro tomar de esa agua.

Nos sentamos y hablamos de todo un poco. Me contó que antes de que todo ocurriera, él estudiaba astronomía, que se había ganado una beca para estudiar en España; también me dio una muy veloz visión sobre la vida, claro que según su opinión, el cosmos como él le decía, era su única realidad. Más que nada me decía que la guerra no le había afectado, tampoco el supuesto fin de la civilización; que él decía que solo era el fin de la sociedad que debía caer. Me dio sus motivos por los cuales no extrañaba nada de eso, que tan solo se podía fijar en la grandeza del universo.

Al cabo de unas horas, me dio mucho sueño la conversación y le pregunté dónde podía descansar, él me dijo que había una bolsa de dormir, una de tantas. Entonces me metí dentro de ella y traté de conciliar el sueño. Otras noches, con el frío y el miedo, me era imposible. Pero por algún motivo esa noche dormí como un niño.
Tal vez sería por lo aburrido de la charla, o quizás era porque me sentía seguro allí.

Al otro día, comimos unas sardinas, de su gran dotación de alimentos encontrados; bebimos un poco de un jugo concentrado, de esos que no vencen en dos años o más.
Luego me dijo que debía salir, que iba en búsqueda de alguien, una chica que había conocido poco después de la guerra, en un momento que todos estaban escapando, en el que llamaban “el gran tren”, al parecer el único vehículo del viejo mundo que aún estaba en uso. Que ella le dio datos, para que la encontrara, que él no podía perderse esa oportunidad.

Yo creí comprenderlo muy bien, aunque pensaba que si yo hubiera estado en su lugar no hubiera ido; él era mucho más valiente de lo que yo podía ser.
Así que se despidió de mí, después de llevarse mi bolso lleno de latas, dos armas, municiones, fósforos, unas bengalas, y otras cosas. Bolso que se lo presté, aunque también pensé en que podría ser la última vez que lo veía, pero no me importaba ganar a cambio un apartamento seguro, lleno de víveres y elementos útiles.

Al cabo de una semana, me parecía algo extraño que no regresara; incluso temía por su vida, pero también tenía un poco de tristeza por mí mismo, ya que me sentía más seguro con la compañía de alguien, que estando solo en un edificio, donde no sabía quién más lo habitaba, y que la verdad no me atrevía a inspeccionar.

Los días pasaron muy lentamente; me sentía muy aburrido también; era algo extraño para mí despertar cuando salía el sol y acostarme cuando este se ocultaba; en mi vida anterior vivía más de noche que de día. Pero ese tiempo, por más que lo recordaba, quedó atrás..

Así que estaba aburrido la mayor parte del tiempo, también al no tener que preocuparme por buscar alimento, ya que con todo el que tenia, prácticamente no debía hacer ningún esfuerzo.
Fue entonces cuando empecé a tener una extraña curiosidad por revisar las cosas de Orlando y con éso no quiero decir las armas, o los tantos libros que era evidente eran de otras personas, si no que hablo de las cosas personales de éste.
Sus escritos, sus fotografías, y las cartas de su novia.

Comencé por sus libros de astronomía y sus cuadernos de estudio, la verdad lo mas aburrido que había leído en mi vida. Luego continué con algunos objetos personales como revistas, historietas, pequeñas cosas que aunque inútiles, ahora eran lo único con que podía pasar el tiempo. Me sentaba en el baño y como la luz del sol se reflejaba en la tarde, leía muchas horas; luego cuando se hacía de noche, tomaba una vela y la encendía. No era una gran diversión, pero era mejor que mirar por la ventana.

Hasta que un día, tomé las fotografías. Las primeras eran algo interesantes, sobre todo porque me traían recuerdos del viejo mundo, fotos de paisajes, como los bosques donde me crié en mi niñez, fotos del cielo, como nunca lo había visto y como nunca lo volvería a ver. Pero a la décima foto de éstas, me aburría otra vez.
Así que busqué en algunas más personales, fotos con la familia, que no se parecían en nada a él. Fotos con amigos, compañeros de universidad, con lo que parecía un equipo de fútbol. Hasta que me di cuenta de que había llegado a las fotos de su novia, una chica realmente bonita y no solo me refiero a un buen cuerpo, sino a un rostro precioso, además diferente; no era lo usual, no lo sé tal vez estaba muy aburrido y muy sólo; por eso se me hacía tan especial, pero en realidad no lo era tanto: pelo castaño, cara de niña, ojos claros, sí era linda, pero quién sabe cuántas personas hay así, aunque quién sabe cuántas así quedarían vivas después de lo ocurrido.
Después de mirar muchas fotos, cambié de posición porque sentía que me cansaba dentro del baño. Continué mirando las de él con la novia, hasta que pude notar, que en un momento solo había fotos de esa chica. Algunas en las que ella sonreía, otras en las que tan solo miraba la cámara, pero otras en las que no parecía disfrutarlo. Había un juego de fotos, donde era evidente que fueron tomadas una detrás de la otra; al pasarlas todas seguidas, se podía notar que ella miraba con mucha molestia la cámara y que luego ponía sus manos para ocultar su rostro.
Continué mirando las fotos de esta chica, hasta encontrar algunas de ella en ropa interior, incluso casi desnuda, pero su rostro era lo que me impresionaba; ella tenia cara de miedo, de pánico, había lagrimas en sus ojos. En algunas de esas fotos ella estaba en el suelo, parecía golpeada, o tal vez era que yo lo estaba imaginando todo.
Me sentí mal al ver esas fotos, yo no debería estar haciendo eso. Sin embargo la curiosidad normal me llevó a continuar, al menos yo me justificaba así, diciendo que era normal hacerlo.
Las fotos continuaban: en algunas aparecía Orlando; él reía, pero con mucha malicia; en muchas parecía sujetarla con fuerza a medida que miraba las fotos, parecían contarme algo que yo no podía entender, pero justo cuando todo se volvía realmente interesante, había un juego de fotos que estaban quemadas, no del todo, pero no se podían ver las imágenes claramente.

Esto me molestó un poco, pero aún estaban las cartas; eso también era interesante.
Comencé a leer algunas aburridas, normales, algunas exageradamente románticas, hasta que encontré lo que buscaba, algunas cartas donde ella comenzaba a hablar de problemas, de que él se comportaba mal, de su carácter. Pero yo insistía en encontrar algo más, ese algo que estuve imaginando. De tanto leer sentía que tenia sueño, que seria mejor continuar a la mañana siguiente. Pero en un momento tuve la extraña sensación de que debía hacerlo en ese momento, ya que no sabía cuando él volvería.
Entonces volví a leer más cartas, donde ella hablaba claramente en terminar la relación, pero luego de eso las cartas parecían no tener cronología, como si a propósito él las hubiera mezclado. Fue entonces cuando me di cuenta de algo, que no había pensado: yo había leído cartas de los dos, de Carolina, que así se llamaba ella y de Orlando.
Eso no podía ser, a menos que ella se las hubiera devuelto, o peor aún, nunca las hubiera leído. Comencé a buscar en los sobres algo que me indicara ésto y fue así como encontré el rótulo: “DEVOLVER AL REMITENTE”. Esto en parte sació un poco mi curiosidad, pero aún sentía que faltaba encontrar algo. Entonces comencé a releer carta por carta y descubrí lo que realmente buscaba. Muchas de las cartas en las que Carolina cambiaba drásticamente su discurso y su actitud, estaban escritas con otra letra, con la misma letra que estaban escritas las de Orlando. Eso quería decir que en algún momento de su obsesión y seguramente al no tener más contacto con ella, ya que ésta no lo quiso así, él comenzó a hablar por Carolina, diciendo lo que él realmente quería oír : que aún lo amaba, que la hacía feliz y que deseaba estar con él por siempre.
Sin embargo, había algo en las fotos, que todavía me perturbaba: el hecho de no poder ver qué había en las que estaban quemadas.

Comencé a mirar una por una otra vez, aunque tenia muchas ganas de encontrar algo en especial; no había nada. Pero entonces, en una de esas fotos algo se veía, algo que no era claro. Solo se veía el rostro de Carolina, lo demás era confuso; no sabia si estaba él, no sabia que ocurría. Pero algo había en la mirada de ella, en sus ojos que en ninguna otra foto se apreciaba, algo que no sabia si lo estaba imaginando, o si realmente estaba allí, imaginé algo terrible. Todo me decía que había ocurrido lo peor.
Hasta creía ver en las ropas que tenia Orlando algo que lucía como de ella, algo que parecía incriminarlo en lo que sea que me estuviera imaginando.

Aunque continué buscando, no encontré nada más. Pero a pesar de eso, en un momento comencé a desear que él no volviera y ese deseo cada vez fue más grande, día tras día.
Comencé a desear incluso, que le ocurriera algo en su camino, o que al menos se encontrara con esa chica y que todo le saliera bien.
Luego empecé a pensar otras cosas, ¿ y si le hace lo mismo a esa chica?, ¿Y si en realidad no existe y se la está imaginando?, ¿ Y sí es Carolina?.
Había momentos en que incluso sentía que me atraía su novia, momentos en los que pensaba que yo podría haberla tratado mejor, que podría haberla cuidado de personas como él, de que yo podría haberla amado.
Pero todos eran pensamiento y nada más. Me daba cuenta de que esta soledad, o esta espera me estaban afectando la cabeza. Si no fuera porque pensaba que él aún vendría, hubiera quemado todas sus cosas.

El tiempo pasó, yo perdí la cuenta, nunca más nadie llegó al edificio y por algún motivo realmente inexplicable las provisiones nunca se acababan, así que me quedé allí, esperando, día tras día. Pero él nunca llego; yo empezaba a olvidar su nombre, olvidar por qué se fue, incluso olvidar cómo llegué a ese lugar. Por momentos tenía la sensación de que siempre estuve allí.
Antes tenía temor de volverlo a ver; podría haberme marchado hace tiempo, juntar gran parte de las provisiones, incluso esconderme en otro apartamento del edifico, o de otro cercano. Pero no quería irme.
Por momentos tenia extraños pensamientos, sobre que él tal vez se cansó de esperar por ella, por Carolina, y que como ese lugar lo atrapaba, se tuvo que escapar, que la única excusa fue ir a buscarla. Pero luego me hacía preguntas del por qué la comida no se acababa y creía ver que las latas estaban vencidas desde hacía mucho tiempo. Que eso me hacía tener alucinaciones estúpidas. Pero lo que más me llamaba la atención era el por qué en las fotos muchas veces no se encontraba él. Es más: muchas veces me encontraba yo en las fotos con ella.
Entonces me preguntaba. ¿Y como sería de otra forma?, Si Carolina era mi novia, ¿ o no?

Así me quedé esperando a que ella llegara, como me prometió. Hace tiempo que lo hago.
A veces me enojo con ella porque no se deja tocar, a veces me obliga a golpearla, a veces me obliga a cosas peores, pero al final yo sé que me ama, yo sé que todo eso le gusta. Lo que me aburre un poco y a la vez no puedo explicar, es que nunca nadie venga a visitarme. A veces me gustaría poder mandar un mensaje que diga:
Orlando se siente sólo, por favor alguien... venga.

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