18/4/09

Hombre Gato

Dos hombres van por una carretera; hace horas que están viajando y el calor es insoportable. Podrían haber parado antes en algún hotel en el camino, pero prefirieron seguir, ya que escapaban de algo o de alguien. Ambos son callados, a pesar de estar viajando hace más de doce horas, solo han dicho unas cuantas palabras, las suficientes. Sin embargo cuando notan que queda poca gasolina y que no hay ningún lugar donde quedarse, comienzan a desesperarse.
Cuando de un momento al otro escuchan una explosión, que hace perder el control al piloto. El auto da una gran vuelta quedando en medio del camino, ambos aunque molestos también están algo resignados, ya que saben que nadie podrá ayudarlos en medio de la nada donde se encuentran.
Uno de ellos, decide salir del automóvil, para ver que ocurre. Nota que una cubierta reventó, es fácil suponer que esa fue la explosión que escucharon, mira a su compañero y le hace un gesto para que salga del coche. El compañero con cara de cansancio decide quedarse adentro; el primero muy molesto por la actitud del segundo, decide caminar un poco y nota algo que le llama mucho la atención, una tachuela de un tamaño considerable estaba en medio del camino.
Al cabo de unas horas, ambos se encuentran sofocados por el calor, sin saber cuanto tiempo se habían quedado dormidos, lo que es seguro es que ningún vehículo pasaba, ya que si no, los hubiera despertado, al menos eso creían.
Pero cuando estaban a punto de volver a dormir, un golpe en el espejo los despierta, es un hombre de muy baja estatura, de casco, pantalones anchos color negro, un tanto ridículo y una chaqueta demasiado abrigada para el calor tan exagerado en esa hora del día. Era un patrullero de caminos, casi totalmente lleno de tierra, aparecido de la nada.
-Buenos días señores, podrían mostrarme sus identificaciones-
Con una voz un tanto extraña extiende sus manos esperando la documentación requerida.
-Sí oficial, pero perdone que le pregunte, ¿usted no sabe dónde queda el hotel más cercano?, bueno en realidad necesitamos cambiar la llanta...-
Uno de los hombres es interrumpido, cuando el oficial con una voz un poco más hostil, les dice:
-Por favor podrían salir del automóvil.-
Ambos hombres extrañados, salen del vehículo, cuando el oficinal los empuja contra éste, y comienza a revisarlos.
-¿Ustedes no son de porque aquí no es cierto?.-
Lo que más los extraña es una risa seca, un tanto sarcástica de parte del policía.
-Señor, ¿entonces podemos seguir?, aunque si puede ayudarnos en nuestra situación, se lo agradecería.-
Entonces el oficial aflojándose los guantes, se vuelve a reír y les dice:
-Creo que no me han entendido cuando les pregunté si no eran de por aquí; me refería a que no saben dónde están ¿no es cierto?.-
Al decirles esto, se quita el casco, dejando ver algo que espanta bastante a los dos hombres: el oficinal tenía un rostro realmente extraño, era un ¡GATO!
De pelo negro, grandes bigotes, dientes torcidos y amarillos, una nariz de color negro, grandes orejas puntiagudas y ojos muy pequeños de color amarillo.
-Creo que ahora me hago entender mejor ¿no es así?.-
Apuntándoles con un revolver de gran calibre, les hace una seña de que caminen.
Los dos hombres se preguntan a dónde los lleva, en un camino desierto, bajo el sol que cada vez es mas intenso.
En ese momento de la nada sale una patrulla, también muy sucia, con su chasís totalmente golpeado y oxidado, sin mencionar que era un automóvil realmente antiguo.
El vehículo frena abruptamente a unos centímetros de ellos, de éste se bajan dos individuos de gran estatura, muy corpulentos, pero lo que más les intimida son sus rostros, ambos con cara de perro, de grandes dientes, hocicos húmedos y ojos rojizos.
Al acercarse más a los dos hombres, éstos pueden notar el mal aliento terrible de los hombres “perro”, mientras el hombre “gato” siempre riendo, les ordena que los lleven dentro del acabado vehículo.
Estos son forzados a subir, dentro del vehículo pueden notar un olor muy desagradable, pero lo más incómodo es la extraña decoración por dentro; se preguntan con la piel de qué animal están recubiertos los asientos; por las risas toscas de los hombres “perro” imaginan que tal vez no es la piel de un “animal”.
Rápidamente son llevados a lo que ellos esperan no sea un trágico final.
Al cabo de unos minutos, les dicen que salgan del vehículo. Cuando salen, les asombra lo primero que ven, una especie de mansión muy antigua, aunque muy descuidada, pero de un tamaño gigantesco, también el olor es insoportable.
Son llevados casi a rastras sobre grandes escalones de piedra, mientras escuchan sonidos espantosos cerca del lugar. Al dejar atrás las enormes puertas de la mansión, descubren que los sonidos eran de cientos de esos hombres “perro” vestidos todos con uniformes de la policía; también había otros, que parecían ser hombres “zorro”, aunque ellos no podían diferenciar bien entre esos rostros tan espantosos, lo que sí era seguro es que todos los “perros” eran de la raza “dóberman” y algunos “pastores alemanes”.
Los dos hombres son forzados a subir cientos de escalones, forrados en una especie de alfombra roja, un tanto destrozada por el pasar del tiempo; pero como para los hombres “perro”, los hombres se movían muy lento, los empujan, para luego arrastrarlos otra vez.
Al llegar a lo que parecía el último piso de la mansión, entran en una habitación, muy lastimados y los obligan a inclinarse ante una gran mesa colmada de manjares, tales como carnes de todo tipo, de res, de cerdo, pollo, pescado, cordero, chivo, y otras que ellos no conocían; también había una gran variedad de ensaladas, de vinos y muchos postres de diferentes tamaños.
La mesa era realmente larga, por eso no podían ver bien, al que se encontraba al final de ésta, sin embargo éste muy lentamente se acercó a ellos.
Cuando uno de los hombres quiso levantar su cabeza para mirar quién o qué era, uno de los hombres “perro” golpeó su cabeza con una de sus botas.
El hombre “gato” que apareció por detrás, se rió ante la situación y les dijo:
-Será mejor que se acostumbren a ver el mundo desde aquí abajo.-
Entonces, arrodillándose un poco, casi como haciendo una reverencia dijo:
-¡Les presento al Soberano de estas tierras, El Hombre Sagrado, Su Majestad, El Líder De Nuestra Especie: EL ABAD!.-
Entonces ambos hombres miraron hacia arriba y vieron a un hombre muy gordo, de gran estatura que tenía cabeza de cerdo.
El hombre “cerdo”, les saludó tan solo con un gesto, cerrando sus pequeños ojos de color negro, profundos, tanto que parecían huecos.
En ese momento el abad miró al hombre “gato” y le hizo un seña. Uno de los hombres “perro” tomó a ambos hombres de las piernas, los sostenía como si no pesaran nada y comenzó a sacudirlos muy fuertemente, hasta que un revólver que estaba entre las ropas de uno de éstos cayó al suelo.
El hombre “gato” tomó el revólver, y les dijo:
-Lo ven, les dije que ustedes no eran de por aquí.-
El hombre “cerdo”, volvió a sentarse en su silla, que parecía un trono, mientras el hombre “gato” aun riéndose se marchaba del lugar muy rápido. Los dos hombres muy asustados, aún se preguntaban qué ocurriría con ellos, pero no tuvieron mucho tiempo para pensarlo, ya que los hombres “perro” los sujetaron como si fueran bolsas de papa y los llevaron a la fuerza a lo que parecía el subsuelo de la mansión.
Ese lugar era realmente más perturbador que el resto de la casa, aunque no habían visto las otras habitaciones, no era muy difícil llegar a la conclusión de que esa era la peor.
Parecía ser algo así como, una sala de operaciones, pero por el desagradable olor y las manchas rojas en las paredes, parecía una carnicería barata. Colgaban grandes cuchillos y otros implementos extravagantes de los muros de ese lugar.
Un individuo de gran tamaño que rengueaba al caminar, despejó la gran mesa que estaba en el centro de la sala y puso sobre ella algo que parecían ser unos planos; el sujeto que tenía un rostro indefinido, deslizó su mano sobre el papel, casi obsesivamente, mientras emitía extraños gruñidos.
Miraba de reojo a los dos hombres, cuando con su mano temblorosa, movió uno de sus dedos, entonces aparecieron otros dos hombres “perro”, pero de pelo blanco, de un tamaño mucho mayor a los anteriores; además su olor era nauseabundo.
Los dos seres malolientes, tomaron a los dos hombres. Los llevaron hasta el otro lado de la habitación, algo que ellos no habían notado, lo que parecía ser una extraña máquina, o tal vez un implemento de tortura.
Los sentaron y ataron a ambos, luego se alejaron. Pasó un período de tiempo muy corto, cuando el otro ser, se acercó a mirarlos; éste era más desagradable que todos los anteriores; a su rostro de color muy blanco, peludo, parecía que le faltaba la nariz, las orejas, sus ojos casi no se veían, incluso su boca parecía metida hacia adentro; era muy difícil definir para ellos, de qué se trataba, les recordaba quizás a un insecto, o tal vez no se parecía a nada que hubieran visto antes.
De lo que parecía ser el sitio donde debería estar su nariz, salía un líquido negro, muy espeso, éste cada tanto se lo lamía con su gran lengua de color negro, que no se explicaba cómo cabía en una boca tan pequeña, realmente les daba mucho asco, que era al menos un sentimiento diferente, al pánico que estaban sintiendo antes.
El ser de color blanco se retiró unos pasos hacia atrás, cuando entraron en la habitación otro dos, de muy corta estatura, de un color negro, también era imposible descifrar qué eran, pero parecía que cada vez que entraba un nuevo individuo su olor era peor, éstos parecían no tener pelaje alguno y su piel era húmeda. Estos se acercaron a ellos y los miraron con sus grandes ojos literalmente anaranjados; pasaron éstos, también húmedos, por los rostros de ambos hombres; éstos, casi cerca de la náusea, no podían soportarlo más, querían gritar, decirles que los liberaran, pero por un extraño motivo, no podían hablar desde que entraron en esa casa; hacían el intento, pero de sus gargantas solo salían gemidos, o extraños sonidos, que ni ellos comprendían.
Estos individuos pequeños, traían consigo un carrito, donde llevaban un gran frasco de un color verdoso, en él algo de color oscuro se movía.
El sujeto de color blanco, metió su peluda y desproporcionada mano dentro del frasco, sacó lo que parecía ser una especie de gusano, o una masa uniforme que se movía, de un color negro como la noche, rápidamente hechó eso en los rostros de ambos hombres.
Esa extraña forma de vida se introducía por las narices de ambos hombres, mientras estos se retorcían de dolor, cuando escucharon la voz del hombre gato otra vez:
-Nunca tengas un perro como mascota, porque son muy dependientes, además sobre todo cuando son todos hombres, se aburren mucho.-
Decía el gato mientras se reía.
-Ustedes serán el regalo que prometimos, espero también lo disfruten.-


FINAL 1:

Parecía que era de noche, aunque no sabían con certeza cuánto tiempo habían estado en la casa, sobre todo después de esa experiencia tan desagradable. Tal vez era la mañana del otro día, cuando se levantaron en lo que parecía una cama muy cómoda, aunque aun no podían ver bien con claridad. Esa habitación era muy distinta de lo que habían visto antes, con un papel tapiz un tanto infantil, lleno de adornos, elefantitos, gatitos, ositos; también había muchas almohadas de color rojo y rozado, en lo que parecía la habitación de una niña, o de una joven.
Ambos se refregaron los ojos, para ver si sus sentidos no estaban fallando. Se acercaron a lo que parecía un enorme espejo en la pared, aunque muy manchado, aún algo se podía distinguir. Grande fue la sorpresa cuando notaron que sus cuerpos eran un tanto femeninos y sus rostros..., ambos tenían rostros de animal, más precisamente de oso, aunque por el atuendo y el moño en la cabeza, quería decir que eran un par de osas.

Entraron en un estado de pánico, pero fue peor aún cuando sintieron un estruendo terrible, parecía un sismo, algo realmente grande se acercaba a la puerta, que por cierto también ésta era inmensa.
Ellos no sabían qué hacer, más que esconderse bajo la gran cama, o entre otros muñecos, fue entonces cuando entró una enorme niña, con cara de gato, con un vestido rosado, lleno de pequeños moños, ésta corría hacia ellos, extendiendo sus grandes garras y les decía:
-¡Allí están mis preciosas, vengan con mami que la quiere tocar!.-
Decía la gigantesca niña “gato”, mientras abría sus enormes ojos amarillos. Una silueta conocida se asomaba por el marco de la puerta, era el hombre “gato” que se reía, mientras decía:
-Lo vez hija, papá siempre cumple lo que promete, ¿dónde esta el beso para papi?.-
Entonces la gigante niña “gato” le da un beso a su papá, mientras aprieta fuertemente a las dos ositas de peluche, entre sus garras.

(Opcional:
-Papi, ¿que es ese liquido rojo que sale de sus ojos?.-
Responde el hombre “gato mientras ríe:
-Nada mi vida, es que están llorando de tanta alegría.-)


FINAL 2:

Parecía que era de noche, aunque no sabían con certeza cuánto tiempo habían estado en la casa, sobre todo después de esa experiencia tan desagradable. Tal vez era la mañana del otro día, cuando se levantaron en lo que parecía una cama muy cómoda, aunque aún no podían ver bien con claridad; esa habitación era muy distinta de lo que habían visto: la decoración era muy lujosa; había un gran espejo en el techo, una cortinas de un color dorado, incluso había una especie de barra con muchos licores.
En ese momento se levantaron y vieron que la cama tenía una forma muy curiosa, como de un corazón: al principio ambos pensaron si estaban bien de la cabeza, o todo eso los había afectado más de lo que creían; querían hablar pero aún no podían y sentían ese dolor extraño en sus gargantas; solo podían emitir gemidos.
En ese momento se acercaron a lo que parecían unos espejos como de camerino de alguna estrella y cuando se miraron no pudieron creer lo que allí se reflejaba.
Ambos tenían cuerpos de mujeres muy exuberantes y voluptuosas y sus rostros eran como de perro, claro que por sus cuerpos, ambos se dieron cuenta que no eran perros, sino “perras”; ésto los hizo entrar en estado de terror total, ya que suponían lo peor, que ellos serian el divertimento del que hablaba antes el hombre “gato”.
Fue entonces cuando éste entró por la puerta y les dijo:
-Bueno chicas, prepárense que los muchachos están muy ansiosos y cuando digo muy, me refiero a que en verdad lo están. Ah, ¡se me olvidaba¿mencioné que son muchos, no?, por eso como les decía antes, espero lo disfruten.-
El hombre gato, sale de la habitación y deja la puerta entreabierta, dejando ver una interminable final de hombres “perro”, con una sonrisa de oreja a oreja.

(Opcional:
-Ah, y no se preocupen por ese problema de no poder hablar.-
Dijo el hombre “gato”, que volvió a la habitación.
-Que con sus gemidos basta.-
Les decía mientras se marchaba riendo.)


FINAL 3:


Parecía que era de noche, aunque no sabían con certeza cuánto tiempo habían estado en la casa, sobre todo después de esa experiencia tan desagradable. Tal vez era la mañana del otro día, cuando se levantaron en lo que parecían unas camas pequeñas, como de cárcel; ellos sabían bien esto, porque en sus vidas “pasadas” habían tenido muchos problemas con la ley. Ambos se sentían muy extraños, como “pesados”, lentos, ciertamente se movían con mucha dificultad, además sentían otra vez ese olor tan desagradable.
Casi chocándose el uno con el otro al ser la habitación tan estrecha, todo era muy extraño: parecía como un cuartel de policía, o algo similar; con mucho esfuerzo llegaron a unos espejos de lo que parecían unos diminutos baños al final del corredor y ambos a medida que se acercaban a éstos, tenían la extraña sensación de que el lugar no era pequeño, sino que ellos eran muy grandes.
Al verse en los espejos, vieron un terrible espectáculo: ambos tenían cara de perro y sus cuerpos también eran gigantes como los de aquellos seres. Aterrorizados quisieron gritar, pero en vez de eso solo pudieron emitir extraños gruñidos y algo que parecían ladridos.
En ese momento entro un hombre “perro” muy extraño, vestido con lo que parecía una camiseta deportiva, con un número en el medio; éste les hacía una seña con la mano, como de que se acercaran.
Cuando se abrió la puerta, se encontraron en un gran parque de un color verde y blanco, que era una especie de campo deportivo, donde dos equipos de hombres “perro” unos vestidos de amarillo, los otros de rojo, los esperaban con amplias sonrisas y aplaudían a medida que éstos se adentraban al lugar.
Saltaban y daban torpes vueltas con sus enormes cuerpos, con cada salto parecía que la tierra se movía, que todo se vendría abajo, pero éstos parecían muy felices, porque les daban abrazos y emitían sonidos de alegría, aunque muy extraños, pero al menos no eran gruñidos.
En ese momento uno de ellos trajo lo que parecía un extraño balón de una forma, aunque para ellos imposible, era “cuadrado”; un balón cuadrado, con el que los hombres “perro” parecían jugar un extraña disciplina deportiva, una mezcla de muchos deportes, pero de ninguno a la vez, usaban los pies, las manos, la cabeza, todo su cuerpo.
Algunos le daban puñetazos, otros se echaban sobre el balón, ellos tan solo miraban, hasta que uno les ofreció jugar. Uno de los hombres sin saber qué hacer, lo tomó y lo lanzó a otro hombre “perro”; éste que lo alcanzó, saltaba de felicidad cuando lo atrapó. Así fue como a medida que pasaban los minutos, o tal vez horas, ya que ellos habían olvidado un poco la noción del tiempo, comenzaron a divertirse también con el juego de este balón cuadrado y ciertamente a hacerse amigos de aquellos hombres “perro” que ya no parecían tan amenazantes; fue entonces cuando un silbato anuncio el final del juego y un extraño ser, un hombre “topo”, trajo una enorme bandeja en sus hombros, con lo que parecía una muy apetitosa carne; la verdad ellos no sabían qué carne era, pero lo cierto es que había pasado mucho tiempo que no comían y además por una extraña razón, tenían un apetito que jamás habían sentido antes.
Se sentaron todos en el campo deportivo, a comer con muchas ganas, mientras otros, que eran hombres “zorro”, les servían un vino rosado y delicioso, en grandes cantidades.
Así fue como de apoco, se fueron olvidando de cómo llegaron allí y de qué habían sido anteriormente; ahora ellos también se sentían parte de los hombres “perro”.

(Opcional:
Fue entonces cuando apareció otra vez el hombre “gato”, que dijo:
-Bueno, demasiada fiesta por hoy.-
Y señalándolos, les dijo:
-Ustedes dos, los nuevos, hoy como es su primer día, les toca... .-
Ellos sin saber de qué hablaba, recuperándose de tanto vino y tanta comida, se dirigieron a donde el hombre “gato” les decía.
-¡Bien, resultaron muy buenos ustedes, por eso les toca trabajar; vamos a cazar hombres!.-
Sorprendidos, pero a la vez no tanto, los dos siguieron al hombre “gato”, mientras saludaban muy cálidamente a sus compañeros aún tendidos comiendo en el campo deportivo.)

CUARTO Y ULTIMO FINAL:

Eran las nueve de la noche, hora en que normalmente todos los hombres comían; la mayoría cansados de esperar comenzaba a gruñir y golpear la mesa.
Fue entonces cuando el general o el “gato”, como la mayoría le decía, muy enojado les dijo:
-Bueno, vayan cerrando sus hocicos caninos, que la comida ya está por llegar.-
Al cabo de unos minutos, llegó el platón de metal, como siempre, que tanto odiaban todos; allí el mismo alimento de siempre para perros ,que tanto les molestaba, pero era lo único que tenían, así que tomaban el tenedor y ¡a comer¡
Fue entonces cuando uno de los hombres dio un gran ladrido, al ver que en su plato había un pequeño anillo.
El general tuvo que intervenir, ya que comenzaron a pelear por un anillo de un ser humano, que había quedado en la comida.
-Por eso es que les pido siempre que les quiten las cadenas, relojes, etc.-
Dijo el gato muy molesto.
-La picadora no puede hacer todo el trabajo por ustedes.-
Los hombres guardaron silencio, mientras comían. Alguno de ellos se quedaría con el botín.

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