19/3/09

Cosmic Apertua

El niño estaba frente al TV de plasma, jugando a los video juegos. Tomaba una malteada. Luego se comió unos chocolates.

Era otro día aburrido para él. Donde la espera por un nuevo regalo de su padre, le daba motivos para estar animado. Él estaba esperando que su madre lo llevara al centro comercial para comprar algún otro juego para su consola. Pero él los tenia a todos: el de cazador de zombis, el de matar gente en una ciudad del futuro, y el de unos hombres que se transformaban en bestias gigantes.

-¡Ma!, ¿Cuándo vamos al centro comercial?, ¡Que estoy aburrido!.-

El niño le decía a la madre. Pero ella no contestaba.
Aun esperaba cuando cambió de TV a video, para ver el cable. Se puso a ver algunos dibujos animados. Pero como lo aburrían, comenzó a cambiar de canales. Encontró algo en las noticias, de guerras, explosiones. Algo que a él le divertía mucho.
Hablaban de algo que él no entendía del todo. Algo de la “ultima gran guerra”. En casi todos los canales para “adultos”, hablaban de eso del “fin del mundo”. Aunque se hacía aburrido cuando cada tanto, aparecía un periodista hablando demasiado.

Alguien tocó el timbre. La madre aun no aparecía. Estaba en la cocina evidentemente. El niño gritando dijo:

-¡Ma! Tocan¡ el timbre!.-

No ocurría nada. Así que el niño tuvo que ir a la puerta. Era Catalina una vecina que deseaba hablar con la madre del niño:

-Hola Martincito, ¿cómo estas?, ¿Tu mamá esta en casa?.-

Preguntó la señora Catalina, como siempre sonriendo exageradamente. El niño tan solo asintió con la cabeza y señalo con el dedo hacia la cocina. La señora un poco extrañada entró en la casa y se dirigió a la cocina, mientras el niño la seguía por detrás.

Cuando entraron en la cocina, encontraron a la madre del niño sentada en la mesa, con la cabeza dentro de un plato de fideos. La señora Catalina al ver esto se asusto mucho y gritó. Corrió hacia la madre del niño para ayudarla, pero no podía levantarla; inexplicablemente pesaba demasiado. Ella no sabía qué hacer, estaba totalmente histérica. Tocó el cuello de la madre del niño, y ésta no parecía respirar. Muy preocupada no sabía cómo decirle al pequeño que su madre había fallecido.

Al darse la vuelta, con lágrimas en los ojos, miró al niño; éste estaba muy tranquilo, con cara de pensativo. La mujer temblando se acercó a éste y le dijo:

-Martín, tengo algo que decirte sobre tu mama, ella... -

La señora se quedó sin palabras. No podía decirle tan terrible noticia. Entonces el niño se dirigió a su madre, y comenzó a tocarla. Acariciaba su cabeza, aunque luego comenzó a buscar algo en el cuello de su madre. Entonces le dijo a la señora Catalina:
-Señora, ¿qué le ocurre a mi mami?, ayúdeme a moverla, quiero que se mueva otra vez.-

La señora Catalina, rompió en llanto. No podía decirle al niño lo que ocurría. Ella no tenía hijos y se sentía un tanto incapaz de lidiar con éstos. Más en una situación tan delicada como ésta. Fue entonces cuando sonó el teléfono.

El niño corrió al teléfono, apretó un botón, y la llamada salió en el altavoz. En ese momento se escuchó la voz del padre del niño:

-¡Hola amor!, ¿Estás allí ,querido?.-

La señora totalmente muda por sus nervios no supo qué

decir. Entonces el niño dijo:

-¡Papá!, ¿Me escuchas?, yo te escucho, Mamá esta dormida.-

Entonces el padre dijo:

-¿Cómo que duerme Martín?, ¿A esta hora no puede ser?, pásame a tu madre.-

Entonces la señora Catalina se acercó al teléfono, levantó el auricular y le dijo:

-Alberto, discúlpame, yo llegué a tu casa, y Martincito me dejó entrar, pero lo que vi fue terrible. No sé cómo decirlo, pero Laura está... -

Entonces el padre se quedó callado. Y luego dijo:

-Hijo, por favor, acércate. Quiero hablar contigo.-

El niño se acercó y escuchó al padre.

-Acércate a mamá y busca algo detrás de su cabeza, como un botón.-

El niño se aproximó a su madre, buscando eso que el padre le decía. La señora Catalina sin comprender nada, se limitaba a mirar. Fue entonces cuando el niño encontró eso que decía su padre y presionó el botón.

Pasaron algunos minutos, cuando la madre del niño levantó la cabeza. Se puso de pie y continuó cocinando. La señora Catalina no entendía nada. Tuvo que sentarse, ya que al ver eso, se asustó, aunque luego al escuchar a Alberto en el altavoz, quedó confusa, pero más tranquila:

-Catalina. ¿Aun estás allí?. Bueno, entiendo que debe sorprenderte un poco lo que has visto. Pero tiene una explicación. La madre de Martín hace unos años que falleció. Digamos que yo la amaba mucho y tampoco quería que el niño no tuviera su madre. Así que cuando llegó la oportunidad de adquirir un reemplazo, lo hice de esta forma: conseguí la manera de devolverle su madre a mi hijo, y a mi mujer. Perdona si te espanté con todo ésto.-

La señora Catalina se marchó de la casa, mientras la madre del niño aun cocinaba, y éste volvía a ver televisión. Ella cruzó la calle, cuando un vehículo frenó muy cerca de su cuerpo. Ella se quedó mirando mientras el conductor la insultaba. Continuó su camino hasta su casa.

Cuando llegó, su marido que estaba frente al televisor la saludo. Ella aún algo perturbada, también lo saludó y se dirigió a la cocina. Este le pidió algo de beber. Abrió la nevera buscándole una cerveza a su marido, que siempre tenía sed en la tarde. Entonces tuvo cierta curiosidad: comenzó a tocar su cabeza, buscando un botón en ella.

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